Por eso nosotros ofrecemos esa oportunidad. Como Aminata, son muchas las niñas que abandonaron sus pueblos huyendo de la orfandad que han causado la guerra, el cólera y el ébola. Cuando llegan a la ciudad sobreviven en chabolas hechas con tablas, chapa y unos cuantos harapos, cubículos que infestan Grafton y Mabella, dos barriadas de Freetown donde apenas hay luz eléctrica.
Crisafulli y su gente han recorrido esas ratoneras y en ocasiones ha tenido que transigir con el 'daddy' de turno, el chulo, para sonsacarles información. Desafortunadamente tenemos que estar en contacto con proxenetas porque son nuestros informantes. A veces uno tiene que cerrar un ojo. A cambio sabemos los nombres y las edades de las niñas. No pactamos con ellos, luchamos contra un sistema corrupto. No hay cifras exactas de un fenómeno que se ventila en las cloacas de la sociedad.
Aun así, la congregación religiosa estima que millones de niños son explotados sexualmente en todo el mundo. Son cifras que conviene recordar hoy, fecha en que se celebra el Día Mundial contra la Prostitución Infantil. Sí, soy consciente de que puedo contraer VIH, gonorrea, sida, sífilis Pese a los horrores que ha visto, Jorge Crisafulli no arroja la toalla.
Al antiguo director le atacaron con un cuchillo. Existen los avisos, pero no me dan miedo. En las playas de Phuket y Pattaya. No se suele decir que la gran mayoría de los clientes no son turistas ni expatriados, sino hombres tailandeses.
De cara a la galería, el estigma lo cargan los turistas. Y es normal si uno se da una vuelta por el mismo centro de Bangkok. En Asok, intersección central, cada noche puedes encontrar mercadillos que venden Viagra falsificada , consoladores rosas y pornografía, todo ello supuestamente prohibido en el país. Luego, se ponen en ropa interior y bailan en barras americanas. Sin tapujos, a la vista de cualquiera. Porque si bien el hombre tailandés no quiere exponerse —muchos tienen mujeres esperando en casa—, al extranjero le da igual.
Pero la mayoría de los clientes son locales Esta imagen lleva décadas persiguiendo a Tailandia. La de los neones y los taconazos. Y también lo critican los propios tailandeses, para quienes el honor y las buenas formas, cuando menos, han de intentarse. Los gobiernos suelen acusar a los turistas de requerir prostitución, como si fuese un problema aislado. Allí todos los carteles relucientes que ven muestran a señoritas en paños menores y muchas habitaciones tapadas con cortinas.
Donde los tailandeses, de forma discreta, pagan unos 50 euros por dos horas de sexo , con la excusa de la ducha y el masaje. Y sin embargo, aunque la mayoría de consumidores de prostitución en Tailandia sean hombres tailandeses, el turismo sexual es enorme. Lo que ha disminuido es el porcentaje de visitantes que vienen en busca de calor bajo las luces rojas.
El Gobierno militar de Tailandia ha dicho en numerosas ocasiones perseguir la prostitución. Como ha dejado claro este mes la que es la primera ministra de Turismo del país, Kobkarn Wattanavrangkul. Buenas intenciones ante un problema al que no se da solución. El mes pasado se produjeron redadas en muchas de las grandes casas de masaje e incluso se clausuró una de ellas, Nataree. Allí aparecieron extranjeras, menores de edad y sobre todo pruebas de sobornos a las autoridades locales de Bangkok, a la policía y al departamento de Inmigración.
Los centenares de locales que se dedican al mismo negocio siguen funcionando sin pudor. Hace unas semanas, el artículo fue traducido al tailandés por alguien anónimo y se hizo viral en las redes sociales. Alcanzó tanto eco que llegó a la televisión y, finalmente, las autoridades clausuraron el lugar. El mismo día, el resto de bares de sexo oral seguían —y siguen— abiertos como si nada.
Como Lolitas, en pleno centro, donde por menos de 20 euros ofrecen felaciones treintañeras vestidas de colegialas niponas. Muchas voces piden a las autoridades mayor información, una mejor educación y ante todo eliminar las corruptelas que hacen posible el negocio.
Budismo, tradiciones e historia siamesa se combinan con historias sobre sexo, adicciones y las nuevas pasiones tailandesas. En Titania Compañía Editorial, S. Agradecemos de antemano a todos nuestros lectores su esfuerzo y su aportación. Una prostituta tailandesa en el "Callejón Cowboy" de Bangkok, en mayo de Reuters.
